martes, 6 de septiembre de 2011

(14) Adiós Camboya, bye Bangkok

Los tres días en Siem Reap concluyeron el lunes y esa mañana regresamos a Bangkok. 
Al marcharnos nos fotografíamos con Thavi y Leakheng, las amabilísimas encargadas de la recepción. 
Son dos chavalitas de 22 y 24 años, muy guapas como se aprecia, que a los detalles del día anterior sumaron al irnos una camiseta para cada uno y un pequeño botellero de cuerda tejido a mano para llevar una botella de agua. Realmente abrumador. Sin mentir lo más mínimo, les garantizamos que el Golden Temple lo recomendaríamos a cualquier conocido que tenga pensado venir a Angkor.
El viaje hasta la frontera camboyana, Poipet, no tuvo nada que ver con el de ida. El hotel nos buscó un taxi que por menos de la mitad de precio cumplió su cometido con profesionalidad y sin tratar de pararnos en ningún sitio. 
Relajados, fuimos observando la realidad de un país en el que casi todo se transporta a lomos de motocicleta: lo mismo cerdos vivos  en decúbito supino (en la imagen superior) que grandes piezas de madera que sujetan el pasajero y con una mano también el conductor. Los vimos pero no nos dió tiempo a sacar la foto.
Cruzamos varios pueblos y ciudades, llenos de polvo ya que sólo la carretera principal está asfaltada y no desde hace mucho tiempo.

Nos topamos con un entierro en el que la muerta y los asistentes iban en chimpin.Y por fin retratamos en condiciones el vehículo familiar por excelencia en Camboya y creemos que en todo el Sudeste asiático.
Sobran comentarios, porque lo más impactante es ver como muchas veces llevan en brazos a bebés cogiéndolos de medio lado, en ocasiones el propio conductor.
De Poipet, frontera de Camboya, pasamos a Aranya Prathet, la parte tailandesa. Sin problemas, pero en la zona thai fuimos también protagonistas de un agobiante chalaneo para negociar el transporte a Bangkok.

Queremos dejar también constancia de las condiciones en que un enjambre de "muleros", pensamos que camboyanos, se dedican a cruzar mercancías empujando grandes carros, y a veces descalzos en una frontera totalmente polvorienta.

Por resumir, negociamos el viaje en taxi a Bangkok para evitar el tren, más lento,y luego un taxi en Bangkok hasta el hotel, ya que al final ahorrábamos muy poco. Cerrado el acuerdo, en el que intervinieron varias personas, cuyo papel ignoramos, empezaron los avatares: el coche se retrasa, cuando llega, casi una hora después, es pequeño y no caben las maletas. Ofrecen llevarnos en una Vanette, pero ya es más caro. Luego en dos taxis, pero nos negamos a separarnos. En fin, ahorro detalles, pero también querían cobrarnos por adelantado. Todo se resolvió cuando con determinación dijimos que nos íbamos a la estación del tren. Por fin las maletas cupieron en el primer coche y aceptaron el pago al llegar, en lo que no estábamos dispuestos a ceder. El taxista se pasó casi todo el viaje hablando por teléfono para enterarse de dónde estaba nuestro hotel porque debió sospechar que no cobraba...El Centre Point Silom es estupendo y está en la misma zona que el anterior.

En Bangkok hemos pasado casi tres días para chequear de nuevo esta vital urbe y hacer algunas compras y turismo más al uso. En la imagen, la piscina de nuestro hotel, en el piso séptimo, y al fondo el Lebua, uno de lujísimo, aunque el nuestro es una verdadera maravilla.

Además de nuestras habitaciones (arriba), en el piso 21, que cuentan con una pequeña cocina con todo lo necesario y lavadora y la vista que disfrutamos.

Otra de las ocupaciones de estos días ha sido buscar un sastre para Alfonso que sin duda quiere impresionar a sus señorías con su elegancia. Por toda la ciudad se ofrecen "taylors" con un precio cerrado para traje y camisa, que te hacen en 24 horas, y el lote incluye una corbata. Son casi todos indios, aunque al final Alfonso eligió a uno que resultó ser nepalí. Los hay desde 49 euros todo el conjunto, aunque prefirió uno más caro pero de mejor calidad.

Lo primero fue tomar medidas. 
 
Y luego la prueba. Ya incluiremos la foto con el traje terminado, que mañana recogerá antes de irnos al aeropuerto.
Hela aquí, aunque ya no quiso ponerse el pantalón,terminado el día anterior .  
 Fely y Juanma no tenían ninguna prisa en salir del sastre y se dedicaron a comentar el modelo, tan felices en el sofá y con aire acondicionado.
También teníamos visitamos, por fin, convenientemente calzados, el Sirocco, el restaurante del Hotel Lebua, muy próximo a nuestro hotel.


Es un local muy conocido que adquirió fama mundial con la película "Resacón en Bangkok", continuación de "Resacón en Las Vegas" y con argumento similar.

El local se encuentra en la cúpula de un rascacielos, en el piso 64. Tiene dos llamativas terrazas desde donde se divisa una vista espectacular.


Esta es la escalera que sale en la película y su famosa cúpula dorada.


Y esta la vista desde el Sirocco. Lo que está delante es nuestro hotel y su piscina. La siguiente es también una maravillosa vista nocturna de la ciudad.
Y de la zona del río.
En este local, al que acude gente guapa y turistas, clavan de lo lindo.

Una copa cuesta más que cenar en un buen restaurante, y acabamos de estar con una pareja de Bilbao  en luna de miel que decidió no ir a cenar al Sirocco ya que les salía la broma por 300 euros, una cifra que aquí es un capital.

Otra imagen curiosa: la vista de Bangkok desde nuestra habitación al amanecer, que Ana no quiso perderse hoy.
También visitamos hoy la casa museo de Jim Thompson, un arquitecto americano que se estableció aquí tras la segunda guerra mundial y que destacó por su defensa de la cultura local. Su leyenda se agrandó al desaparecer en Malasia en 1967: todavía hoy no se sabe qué fue de él.

El museo está en la que fue su casa, que construyó como una vivienda tradicional thai. Interesante.
El resto del día han sido visitas culturales y también al megacentro MBK, uno de los más famosos. 

Está en una zona, la de Siam, en la que hay otros muchos, algunos ultramodernos y bastante exclusivos que conviven con los sempiternos mercadillos. Empezamos a pensar que Bangkok es en realidad un inmenso mercadillo aunque, en realidad, todos tienen más o menos lo mismo.
 
Y la última cena, en un buffet japonés en el que los platos circulan por una pasarela en el centro. El precio tirado y la única limitación es el tiempo: máximo hora y cuarto. A nosotros, con 45 minutos nos sobró. Comprobamos que desde Japón hemos perdido mucha destreza en el uso de los palillos. Alvaro, no tomamos soja eh! aunque sí nos pusieron el típico hornillito de agua de Japón en el que pones de todo.

 Mañana, desayuno y bañito en la piscina, últimos paseos, recoger el traje de Alfonso y a media tarde, al aeropuerto para regresar. Todo se acaba.......

2 comentarios:

  1. Os deseo un buen viaje de vuelta. Bien por la abstinencia de soja.

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  2. Todo se acaba pero lo importante es que lo habeis disfrutado. Que tengais un buen viaje de regreso y una vez en casa descansar un poco.
    Un abrazo Angel y Azu.

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